22 septiembre, 2008

Los Hermanos
Dos hermanos, de pésimo carácter, acostumbraban a explotar a los trabajadores de su aldea. Pero para mantener las apariencias, frecuentaban la iglesia los domingos. El antiguo pastor decidió jubilarse, y enviaron a otro a ocupar su lugar, un hombre joven, con fama de decir siempre la verdad, y poseedor de un inmenso carisma. Lleno de entusiasmo, este pastor decidió emprender una serie de reformas en el templo. Cuando comenzó la colecta de donaciones entre los fieles, uno de los malvados hermanos murió. En la víspera del entierro, el otro hermano buscó al pastor y le entregó un cheque por valor de la cantidad necesaria para terminar las obras que estaban realizando. ?Pero hay una condición ?dijo?. Mañana, llegado el momento de encomendar el cuerpo, deberá decir que mi hermano fue un verdadero santo. Sé que usted jamás falta a la palabra dada. El pastor prometió hacer lo que le pedía, aceptó el cheque y lo cobró. Al día siguiente cumplió su palabra: ?Este hombre fue una mala persona ?dijo el pastor durante la ceremonia?. Explotaba a los más pobres, prestaba dinero con intereses draconianos, engañaba a su esposa y abusaba de los más débiles. Tras una pausa, concluyó: ?Sin embargo, comparado con su hermano, que todavía está entre nosotros, el muerto fue un verdadero santo.

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